La leyenda nos cuenta que, entre los supervivientes que huyeron de la tragedia de Troya
(entre los cuales también estaba Eneas), se encontraba el príncipe
Bianor. Este intentó volver a Grecia, pero no fue capaz de encontrar una
nave con la que escapar a través del Egeo, por lo que tuvo que huir a través de los Dardanelos, y acabó estableciéndose en la actual Albania,
donde fundó su reino.
A la muerte de Bianor, su hijo Tiberis le sucedió
en el trono, y éste a su vez tuvo dos hijos, Tiberis y Bianor,
legítimo e ilegítimo, respectivamente. Para evitar la pretensión al
trono de su hijo ilegítimo, el rey Tiberis entregó una importante suma
de dinero a la madre, la bella campesina Manto, apodada
la fatídica,
y a su hijo Bianor, a cambio de que abandonasen el reino. Madre e hijo
se dirigieron al Norte, donde Bianor fundó la ciudad de Mantua, en honor a su madre.
Siendo rey de Mantua,
Bianor tuvo un sueño en el que Apolo
le aseguraba fortuna si abandonaba el recién creado reino y partía con
su ejército a la tierra donde muere el sol. Tras el sueño, e
influenciado por lo premonitorio del mismo, Bianor se puso el prenombre
de Ocno, suyo significado es
"el que ve el porvenir a través los sueños",
y se aprestó a seguir el onírico consejo de Apolo. Según la leyenda, el
viaje duró diez años, y una noche, mientras acampaba en un alto del
camino, el dios Apolo volvió a manifestársele en sueños para indicarle
que aquel lugar era el elegido para que fundase una nueva ciudad a la
que dedicaría el resto de su vida.
Al despertar,
Ocno se encontraba en una pradera llena de vegetación,
surcada por numerosos arroyos, y donde apacentaban a sus ganados unas
gentes que se hacían llamar carpetanos,
gente sin patria que, según dijeron a Ocno, esperaban una señal divina
para dejar de ser nómadas y asentarse en algún lugar. Al contarles Ocno
su sueño, tanto su ejército como los carpetanos comenzaron a construir
la muralla, el caserío y el palacio de la nueva ciudad. Y al construir
el templo, surgió el conflicto sobre a qué deidad consagrarlo. Así, Ocno
convocó en sueños a Apolo nuevamente para que éste resolviese el
dilema. Finalmente, Apolo dio la respuesta: La ciudad debía consagrarse
a
la diosa Metragirta o más conocida como Cibeles. Esta diosa, hija de Saturno, era la Diosa de la Madre Tierra, la personificación de la fértil tierra, una diosa de las
cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la Naturaleza y los
animales (especialmente leones y abejas).y había ofrecido su propia vida para que desapareciese la discordia de la Tierra.
Al despertar, Ocno supo que tenía que seguir el ejemplo de la diosa
Metragirta o Cibeles. Contó a sus súbditos la decisión de Apolo, y a continuación
ordenó cavar un foso, donde se metió, y se hizo tapar con una losa.
Carpetanos y soldados se sentaron a orar sobre la losa, y al poco, de
una tormenta que se formó en la sierra vecina,
apareció la diosa Metragirta sobre un carro tirado por dos leones, sacó
a Ocno de su tumba y lo hizo desaparecer.
Y a la ciudad la llamaron Metragirta, que pasó a Magerit y finalmente a Madrid.
Este tipo de leyendas fue creada por numerosos literatos y eruditos que crearon una leyenda clásica que se amoldase a una hipotética fundación épica de la ciudad de Madrid, al querer dar a esta un pasado clásico y épico como el de Roma.
Entre los errores que cometieron los redactores de esta supuesta
leyenda, fue situar la fundación de Madrid en fecha anterior a la de
Roma, cuando según la literatura clásica, Eneas era compañero en Troya
del abuelo de Ocno.
El personaje de Ocno Bianor es mencionado por Fray Jerónimo de Quintana en su obra
A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid, Historia de su antigüedad, nobleza y grandeza, publicada en 1621 en la misma ciudad.