jueves, 24 de octubre de 2013

Leyenda Monte de las Ánimas.

 Siguiendo con la tradición de Halloween en Castilla nuestra verdadera tradición, muestro ahora una de las leyendas que se ambientan en dicha fiesta en Castilla.

El Monte de las Ánimas es uno de los relatos mas aduendos de los que forman parte de la colección de Gustavo Adolfo Bécquer llamada Soria escrita en Villa Rodriguez con los Metzeck. La leyenda cuenta lo que le ocurrió a un joven llamado Alonso al intentar complacer a su prima durante la noche de difuntos, la noche de la festividad de Todos los Santos. Se publicó el 7 de noviembre de 1862 con dieciseis leyendas más, en el diario El Contemporáneo.

Bécquer pretende haber recibido la leyenda por vía oral, y trata de darle vista de realidad con nuevos consejos, al final de la leyenda la historia del cazador.

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 La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria.
     Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.
     Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche.
     Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.

I
     -Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.
     -¡Tan pronto!
     -A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte.
     -¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?
     -No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.
     Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia.

     Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:
     -Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron.
     Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos.

     Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.

     Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.

     La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.

II
     Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.
     Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz.
     Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.
     Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.
San Juan de Duero. (Soria).
     -Hermosa prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío.
     Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
     -Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido -se apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres?

     -No sé en el tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías.

     El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza:
     -Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?
     Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra.
     Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.

     Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:
     -Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.
     -¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:

     -¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?
     -Sí.
     -Pues... ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.
     -¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
     -No sé.... en el monte acaso.

     -¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial-; en el Monte de las Ánimas!
     Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:

     -Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir del peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche... esta noche. ¿A qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡las ánimas!, cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.
     Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores:

     -¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos!

     Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego:

     -Adiós Beatriz, adiós... Hasta pronto.

     -¡Alonso! ¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido.

     A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último.
     Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.

III
     Había pasado una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
     -¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no existen.

     Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.

     Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
     -Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente.

     Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.

     Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
     Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
     -¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?

     Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.

     El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.
     Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso.
     Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!

IV
     Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.

martes, 1 de octubre de 2013

Aquí en Castilla. Estuvo el primer afroamericano en mandar una unidad de tropas norteamericanas mixtas.

Tal vez nos pille algo de lejos la segregación y el racismo que durante años se vivió y aún se sigue viviendo en tierras de los Estados Unidos, y solamente nos suene de cerca este tema por las películas de Hollywood. Tal vez poco o nada tenga que ver aquel racismo  con lo que hablamos en este blog. "La historia, territorio, costumbres e identidad del pueblo castellano".  Si no fuese a que en nuestra tierra y durante la Guerra Civil, Oliver Law fue el primer afroamericano en mandar una unidad de tropas norteamericanas  por primera vez en la historia habiendo negros y blancos juntos. 


Su historia es la siguiente.

Oliver Law (1899 -9 de julio, 1937) afro- americano, comunista, sindicalista, y activista social, luchó en el Batallón Lincoln, en la Guerra Civil Española.

Nacido en Texas, sirvió en el ejército estadounidense durante la Primera Guerra Mundial, luego se trasladó a Chicago, donde desempeñó diversos trabajos.Más tarde se unió al Partido comunista de los Estados Unidos, en 1929, convirtiéndose en un importante activista.

Fuertemente opositor del fascismo, lideró manifestaciones contra la ocupación italiana de Etiopía, en 1936 zarpó a España, desde Nueva York, para unirse a las brigadas internacionales, en su lucha contra el fascismo. Estas brigadas internacionales se crearon por el gran número de voluntarios de todas las naciones que fueron en defensa de los valores de la democracia contra del fascismo resurgente en Europa .
Era un destacado soldado de una considerable experiencia militar.Sirvió en una compañía de artillería ametralladoras y pronto se convirtió en comandante del batallón.

En 1936 Law se unió al Batallón Abraham Lincoln, compuesto por unos 2.800 voluntarios norteamericanos que se unieron a la II República, en favor del gobierno del Frente Popular.

Después del fracaso de la toma de Madrid por parte de los fascistas mediante batalla frontal, Franco ordenó cortar la carretera que unía Madrid con el resto del territorio Republicano. 40.000 hombres del bando Nacional, cruzaron el río Jarama el 11 de febrero de 1937.

El general José Miaja envió tres Brigadas Internacionales al valle del Jarama para bloquear el avance. La magnífica actuación de Law en la batalla, le permitió promocionar a comandante de la compañía de ametralladoras. Unas semanas más tarde fue nombrado comandante del batallón.

Un coronel estadounidense que visitó España en 1937, le preguntó: “¿No le da vergüenza lucir ese uniforme con galones?”. Y Law le contestó: “Yo era artillero en el ejército norteamericano, porque era negro. Aquí, en España, los galones se obtienen por lo que merecemos, no por nuestro color”
Dice el historiador californiano Peter Carroll. “La Lincoln fue la primera unidad del Ejército norteamericano integrada por soldados de todas las razas. Jamás había ocurrido antes ni ocurriría poco después, en la II Guerra Mundial, donde el Ejército norteamericano seguía siendo segregacionista”.

El 6 de julio, el gobierno republicano español lanzó una poderosa ofensiva en un intento de mitigar la ofensiva sobre Madrid. El general Vicente Rojo envió al Ejército Republicano a Brunete, desafiando el control Nacionalista del oeste de la capital. Luchando durante el cálido verano, las Brigadas Internacionales sufrieron muchas bajas.



Law murió en combate el 9 de julio durante un ataque en el Cerro del Mosquito (Villaviciosa de Odón), siendo alcanzado por una bala en la batalla de Brunete.

Después de la guerra, un anticomunista, William Herrick, declaró que Law había sido asesinado por sus propios hombres que no aceptaban ser liderados por un hombre negro. Esta versión fue desmentida por Harry Fisher que participó en la ofensiva:
Él era el primer hombre sobre la colina. Estaba en la posición más avanzada cuando una bala fascista lo golpeó en el pecho.
David Smith, el médico que procuró curar la herida con un coagulante, también confirmó que Law había sido matado por los nacionales. El actor estadounidense Paul Robeson trató de llevar su vida al cine, pero la época de caza de brujas que se vivía en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, le hizo abandonar el proyecto.

Creo que a l@s castellan@s nos debería de llenar de orgullo que una persona con unos valores contra el racismo y la intolerancia consiguiera ser libre en nuestra tierra y no en en su país, el cual se hace llamar "la tierra de la libertad". Él murió por unos ideales y por salvar a nuestra tierra del fascismo que luego tuvimos que sufrir durantes decadas. Un referente sin duda contra el racismo en nuestra tierra que no debemos olvidar.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Bailes a lo ligero y a lo pesao.

En el norte peninsular existe la presencia de dos tipos de bailes ejecutados por parejas formadas por un hombre y una mujer, bien individualizadas, bien formado parte de grupos más amplíos. Estos son los bailes a lo ligero y a lo pesao.

A lo ligero. Baile de tipo binario, de ritmo vivo y rápido llamado también a lo agudo, a lo alto o titos, dependiendo de la comarca.Aunque generalmente en Castilla (Palencia, Cantabria y Burgos) el nombre más general es a lo ligero, aunque en la montaña de Palencia y en muchos valles de Cantabria también se le llama a lo periquín, pericote, lo mucho o lo mudao y en Burgos también se le conoce como «a lo ligero», «agudillo» y en Segovia como; «habas verdes». 

En este tipo de baile el hombre y la mujer danzan enfrentados, con los brazos en alto, que sujetan las castañuelas, y con unos movimientos de pies muy vivos y enérgicos.

Fuera de Castilla recibe otros nombres, por ejemplo en Euskadi y Navarra donde recibe el nombre de
«arin-arin», «porrusalda», «porrue» y en Asturias  «saltón»

Ejemplo de Baile a lo ligero en Baltanás. (El Cerrato).

 A lo pesao. Es de algun modo, la antítesis de "a lo ligero" y es la denominación actual dada al baile de jota en muchas partes del norte de Palencia, Burgos, Santander y León, aunque en principio hacía referencia a un baile más antiguo, más lento y menos vivo que la jota y que el baile a lo ligero, emparentado con el baile del país o el son de arriba del norte de León y Sur de Asturias. Se conservan algunas melodías, cadencias del canto, toque y los pasos de este antiguo baile en algunos estilos de jota en varios pueblos de la montaña de Palencia. En Burgos recibe el nombre de «a lo grave», «a lo pesado», «al parau», etc. En Segovia «fandango» y «baile llano» y en Santander «a lo pesau», «a lo llano», en Santander

En Euskadi y Navarra es conocido como «orripeko», «fandango» o simplemente «jota» y en Asturias como "fandango".


                                            Ejemplo de "Baile a lo pesao" con canción de la Musgaña.


Y por último una hermosa canción a lo ligero con rabel.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Bozainas de Chinchilla.

 Las Bozainas de Chinchilla, son dos intrumentos de viento rudimentarios, de forma cónica y una lingitud aproximada de tres metros que se utilizan durante las fiestas de Semana Santa.

    

jueves, 5 de septiembre de 2013

Provincia de Toro

Toro es una provincia histórica de Castilla que estuvo vigente entre los años 1528 y 1804 y sus territorios estaban situados en las actuales provincias de Zamora, Palencia, Cantabria y Valladolid.

File:Torre del reloj de la ciudad de Toro. (Zamora).JPGLa organización fiscal llevada a cabo en las Cortes celebradas en Madrid en 1528 y en Segovia en 1532, en la que el emperador Carlos solicitó y obtuvo del Reino la concesión de servicios pecuniarios extraordinarios que habrían de obtenerse por repartimiento entre las ciudades, villas y aldeas. Para ello se acordó que fuesen precisamente los representantes de las dieciocho ciudades que tenían derecho a procuradores en Cortes los que actuasen como receptores del impuesto, para lo cual se procede a adoptar dos medidas: delimitar los territorios en que cada uno de estos receptores había de recaudar el servicio y proceder al recuento de vecinos de cada territorio para realizar un encabezamiento equitativo. Toro como ciudad con voto en Cortes formó una de esas 18 primeras provincias de la Corona de Castilla , siendo la única provincia que llega a desaparecer en el siglo XIX.

Aquellas 18 primeras provincias, demarcadas exclusivamente para tal servicio, se convirtieron en las demarcaciones administrativas básicas. En el siglo XVIII se establecen tres nuevas provincias al conseguir otras tantas ciudades el voto en Cortes: Santiago de Compostela, en 1623, que da origen a la provincia de Galicia segregada de Zamora; Trujillo en 1653, que da origen a la de Extremadura, y Palencia en 1656 desgajada de la de Toro. Ya en el siglo XVIII, en 1750, se crearía la provincia de La Mancha, a costa casi toda ella de la de Toledo.


En el año de 1594 la provincia de Toro estaba dividida en dos partidos, el de Toro, con 10.624 vecinos y 53120 almas y el de Palencia, con 40.728 vecinos y 203.640 almas.


En el año de 1789 la provincia mantenía su división en sus tres tradicionales partidos:

1º Partido de  Toro, con los lugares de su jurisdicción y las villas de la Sacada y de la Guareña. En total unos 61 pueblos.

2º Partido de Carrión, con los lugares y villas de su alfoz, las villas de Campos, el valle de Valdavia, la tierra de Saldaña, el Concejo de los Lugares de la Peña, el Concejo de Castrejón y el Concejo de Guardo. En total unos 165 pueblos.

3º Partido de Reinosa,  formado por Hermandad de Campoo de Enmedio, Hermandad de Campoo de Suso, Hermandad de Campoo de Yuso, Concejo mayor de Valdearroyo, Hermandad de Val-de-Olea, Concejo de las Quintanilas, Hermandad de Cinco-villas, Hermandad de Carabeos, Hermandad de Val-de Prado y Valle de Valderredible. En total unos 155 pueblos.



Entre los años 1717 y 1789 persistía la discontinuidad territorial, con un alto número de enclaves y de provincias fragmentadas, como era el caso de Toro. Bajo el reinado de Carlos III se concibe la idea de dividir el territorio en provincias con dimensiones regulares. Cabarrús proyecta un modelo ideal de nueve distritos de diez leguas en provincias de 30 leguas cuadradas. Pero se lleva a cabo durante el reinado de Carlos IV, concretamente en el año 1799, siendo secretario de Hacienda Miguel Cayetano Soler.7 Es entonces cuando desaparece la provincia de Toro al ordenarse el espacio en la submeseta norte.


 Así se crearía la provincia de Palencia, con anexiones de los partidos de Carrión y de Reinosa, Esto hace que ya a finales de Antiguo Régimen la provincia de Palencia aparezca configurada con dos demarcaciones: la demarcación pequeña, que excluye a los partidos de Carrión y Reinosa, y la demarcación grande que los incluye a partir de 1804.




miércoles, 4 de septiembre de 2013

Leyenda de la fundación de Madrid.

 La leyenda nos cuenta que, entre los supervivientes que huyeron de la tragedia de Troya (entre los cuales también estaba Eneas), se encontraba el príncipe Bianor. Este intentó volver a Grecia, pero no fue capaz de encontrar una nave con la que escapar a través del Egeo, por lo que tuvo que huir a través de los Dardanelos, y acabó estableciéndose en la actual Albania, donde fundó su reino.

 A la muerte de Bianor, su hijo Tiberis le sucedió en el trono, y éste a su vez tuvo dos hijos, Tiberis y Bianor, legítimo e ilegítimo, respectivamente. Para evitar la pretensión al trono de su hijo ilegítimo, el rey Tiberis entregó una importante suma de dinero a la madre, la bella campesina Manto, apodada la fatídica, y a su hijo Bianor, a cambio de que abandonasen el reino. Madre e hijo se dirigieron al Norte, donde Bianor fundó la ciudad de Mantua, en honor a su madre.

Siendo rey de Mantua, Bianor tuvo un sueño en el que Apolo le aseguraba fortuna si abandonaba el recién creado reino y partía con su ejército a la tierra donde muere el sol. Tras el sueño, e influenciado por lo premonitorio del mismo, Bianor se puso el prenombre de Ocno, suyo significado es "el que ve el porvenir a través los sueños", y se aprestó a seguir el onírico consejo de Apolo. Según la leyenda, el viaje duró diez años, y una noche, mientras acampaba en un alto del camino, el dios Apolo volvió a manifestársele en sueños para indicarle que aquel lugar era el elegido para que fundase una nueva ciudad a la que dedicaría el resto de su vida.

Al despertar, Ocno se encontraba en una pradera llena de vegetación, surcada por numerosos arroyos, y donde apacentaban a sus ganados unas gentes que se hacían llamar carpetanos, gente sin patria que, según dijeron a Ocno, esperaban una señal divina para dejar de ser nómadas y asentarse en algún lugar. Al contarles Ocno su sueño, tanto su ejército como los carpetanos comenzaron a construir la muralla, el caserío y el palacio de la nueva ciudad. Y al construir el templo, surgió el conflicto sobre a qué deidad consagrarlo. Así, Ocno convocó en sueños a Apolo nuevamente para que éste resolviese el dilema. Finalmente, Apolo dio la respuesta: La ciudad debía consagrarse a la diosa Metragirta o más conocida como Cibeles. Esta diosa, hija de Saturno, era la Diosa de la Madre Tierra, la personificación de la fértil tierra, una diosa de las cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la Naturaleza y los animales (especialmente leones y abejas).y había ofrecido su propia vida para que desapareciese la discordia de la Tierra.

Al despertar, Ocno supo que tenía que seguir el ejemplo de la diosa Metragirta o Cibeles. Contó a sus súbditos la decisión de Apolo, y a continuación ordenó cavar un foso, donde se metió, y se hizo tapar con una losa. Carpetanos y soldados se sentaron a orar sobre la losa, y al poco, de una tormenta que se formó en la sierra vecina, apareció la diosa Metragirta sobre un carro tirado por dos leones, sacó a Ocno de su tumba y lo hizo desaparecer. Y a la ciudad la llamaron Metragirta, que pasó a Magerit y finalmente a Madrid.

Este tipo de leyendas fue creada por numerosos literatos y eruditos que crearon una leyenda clásica que se amoldase a una hipotética fundación épica de la ciudad de Madrid, al querer dar a esta un pasado clásico y épico como el de Roma. 

Entre los errores que cometieron los redactores de esta supuesta leyenda, fue situar la fundación de Madrid en fecha anterior a la de Roma, cuando según la literatura clásica, Eneas era compañero en Troya del abuelo de Ocno.

El personaje de Ocno Bianor es mencionado por Fray Jerónimo de Quintana en su obra A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid, Historia de su antigüedad, nobleza y grandeza, publicada en 1621 en la misma ciudad.

jueves, 15 de agosto de 2013

Descubierta la Iglesia de los Dragones.

Copio a continuación una noticía  sobre la descubrimiento de la iglesia de los Dragones en Robledo de Chavela (Alto Guadarrama-Madrid) y que es todo un descubrimiento en el arte gótico castellano.
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Una sorpresa artística conmueve el panorama cultural madrileño: el hallazgo, en el interior de la bóveda de la iglesia parroquial de Robledo de Chavela, de una extrañísima e insólita serie de pinturas que representan varias decenas de dragones de gran tamaño. Los frescos, con abundante policromía en tonos rojos, negros, ocres, verdes y amarillos, muestran varias decenas de bestias que exhiben peligrosas colas, agudos espinazos, grandes fauces y, lo que resulta más inquietante, ojos pintados intencionalmente por su aún desconocido autor para resaltar miradas intensas. Los dragones se hallaban ocultos bajo una capa de cal extendida, presumiblemente, en siglo XVIII para combatir una epidemia de peste.

No hay explicación a la ubicación de las bestias en el celaje del templo, totalmente desconocida en el arte sacro y en la decoración de las iglesias madrileñas. Resulta especialmente enigmático, amén de raro, contemplar la disposición de los dragones a horcajadas de las nervaduras góticas de la bóveda, de manera que el cuerpo de la bestia se divide a ambos lados del eje dovelado. Grandes racimos de uvas ocupan las claves.

El hallazgo, presentado este jueves a los medios de información en la localidad robledana por la Consejera de Empleo, Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, Ana Isabel Mariño, acaeció hace más de un año. Sobrevino durante las obras de restauración de la iglesia robledana de la Asunción de Nuestra Señora y no ha sido revelado hasta ahora.

El presupuesto inicial de la rehabilitación de la iglesia, que frisaba 300.000 euros, ha sido aumentado con 50.000 más para hacer aflorar todas las figuras ocultas de los reptiles con garras de león y poder así interpretar el misterioso significado de las pinturas allí descubiertas. Así lo señala el restaurador Carlos Martín, que dirige la actuación.

El restaurador relata fascinado su hallazgo, por cuyo desciframiento se siente especialmente concernido. “Primero pensamos que se trataba de escenas de batallas, porque parecían adivinarse lanzas y cascos, pero nuestra perplejidad fue mayúscula al ver que eran dragones y que fueron pintados sobre la bóveda nervada”, explica. “No sabemos todavía si su autor o autores emplearon una técnica al huevo o a la caseína”, añade. "Los dragones de Villa del Prado no guardan relación con el empaque, el tamaño ni la mirada de los que hemos encontrado".

El descubrimento casi simultáneo de un escudo heráldico medieval, coetáneo del de los dragones y signado por una suerte de triángulo o compás, también por algo muy semejante a un árbol, permite a Martín abrigar esperanzas de obtener información adicional para descifrar el enigma.

Los dragones, temibles y exóticos saurios de enormes proporciones —existe en Indonesia una especie animal con tal nombre, aunque de reducido tamaño— proceden de la Mitología, fueron incorporados a la simbología religiosa e identificados con el Mal Absoluto y el fuego diabólico. Ocuparon un amplio espacio del imaginario colectivo religioso de las gentes medievales. En la iconografía sacra medieval, la figura de San Jorge se asocia siempre al triunfo del beatífico y armado caballero contra un dragón, al que se representa vomitando fuego en un escorzo retorcido y malévolo.


Pinturas de dragones feroces fueron plasmadas incluso durante el Renacimiento sobre tabla, lienzo y, en ocasiones, muros de templos. Sin embargo, lo verdaderamente singular del hallazgo robledano es que los dragones, en muy abundante número, se encuentran pintados en la bóveda de crucería de la iglesia medieval de Robledo de Chavela; por cierto, los ocho pináculos de su torre, de 35 metros de altura, que representan otros tantos vigías, dan nombre el municipio noroccidental madrileño -ocho velas. No hay precedente en la ornamentación sacra de una ubicación dragontea de esta suerte, ya que fue pintada a la altura de 18 metros del suelo, señaladamente en la cúpula nervada del templo.

Este espacio de las iglesias ha sido dedicado habitualmente a representaciones angélicas y esteladas, casi nunca a albergar animales maléficos y menos aún en proporción tan abundante. Cabe interpretar que fueran allí dispuestos bien por vivirse en la época de su construcción graves tribulaciones —presumiblemente la guerra civil castellana entre las huestes de Enrique IV y los seguidores de su hermana Isabel— o bien episodios heréticos o trances de amenazas y asechanzas contra la grey del templo o el vecindario del pueblo.


La iglesia de la Asunción de Nuestra Señora fue edificada en el siglo XV, con un estilo muy semejante al gótico normando que exhibe la catedral de Ávila, con torretas militares. En el siglo XVI fue ampliada en la zona del coro, con la particularidad de incluir un empedrado fingido, corregido óptuicamente para ofrecer al observador una mayor sensación de profundidad. Se cree que su arquitecto pudo ser, en torno al año de 1506, Juan Gil de Hontañón, alarife de la catedral de Salamanca. El templo cuenta con un retablo tardogótico que figura entre los de más nombradía del territorio madrileño junto con el del monasterio de El Paular, este también polícromo mas esculpido en alabastro.
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Fuente.
 http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/08/08/madrid/1375976884_524990.html