–«En Salceda, el hombre bueno era el tío Federico». ¿Siguen impartiendo justicia los «hombres buenos»?
–Buenos quedan muy pocos. Está la gente muy maleada. Son otros tiempos. Este mundo es de depredadores.
–«La oveja se vuelve loca ante el lobo. Es un terror ancestral». ¿Al político le pasa igual con la quiebra de un banco?
–La gente está indignada, con razón, de que se acuda en rescate de los bancos, con tíos que se lo han llevado crudo y que han hecho gestiones calamitosas. Si un banco quiebra, quiebran todos y el sistema y volvemos al trueque. Habría que hacer algo para que cuando se rescata, no se vayan con millones de indemnización. El dinero es más miedoso que cualquier otra cosa.
–Se considera «un gran pescador», ¿qué es lo mejor que ha pescado en la vida?
–A mi segunda mujer, hostia. Gracias a ella llegué a presidente. A ver quién aguanta a un tío como yo. Me ayuda y me alienta. De León, del Bierzo, hija de un minero que murió de silicosis con 49 años. Aurora.
–Compartió su juventud con un fundador de Eta. ¿Comprende los motivos?
–Fanatismo. Es una cosa que se inculca desde niños. Yo soy cántabro y español por encima de todo. Yo, qué iba a sospechar de mi compañero. Encima era pies planos y no vino al campamento conmigo porque no saltaba el potro y estuve entrenándolo y metiéndole chupitos y el cabrón tuvo la sangre fría de matar a un guardia.
–Proviene de una familia de maestros, ¿cómo ve los recortes en Educación?
–Lo peor que le pueden hacer a un país es recortar la Sanidad y la Educación, porque es el futuro.
–Por su trayectoria, si le coge esta época en la universidad igual monta un 15-M.
–Con toda seguridad. Ya lo monté en su día. Estaría con la pancarta, fijo. El problema del movimiento es que lo asambleario no funciona. Sin un líder, para bien o para mal, no hay nada que hacer. Alemania, un líder hijoputa, Hitler, pero tenía un líder. El comunismo, al Lenin. Todos los movimientos tienen que tener una figura que aglutine y no dispersarse. Hay muchas cosas de lógica y otras que son una locura.
–Con la actual reforma laboral, no haría falta su firma para echar a Somarriba.
–Es curioso. No defiendo aquel sistema, la mayoría de los delegados se plegaban, pero según la ley no podía echar a nadie si no firmaba el delegado del sindicato. Ahora está la cosa todo a 20. Veinte días y fuera.
–¿No ser «Capitán Araña» le costó el matrimonio?
–Sí, pero me echo la culpa yo. Si te casas con una persona y te ha conocido como director de banco, profesor de universidad, un pequeño yate, un sueldazo, y le dices que pasas a ganar 80.000 pesetas, te manda a la mierda y lo entiendo. Cuando dejo el banco y la universidad, no es para ser presidente. Es para fundar un partido con dos diputados de 39 y con una intención de voto del 0,7. Eso es muy duro para quien te ha conocido con un estatus. Y yo no soy Tom Cruise. Creía que tenía que hacerlo. En el 76, Cantabria no existía. Era Castilla la Vieja, provincia de Santander. Tuve que ir casa por casa. Me tomaban por chiflado. Y ahora parece que ha existido siempre. Eso lo patenté yo. Existía en la época de Roma, pero se había perdido el nombre. Y tenía un mar. Y nos dejamos quitar el nombre, me cago en la leche. Ahora que ha muerto Franco, dije, vamos a luchar por el nombre y después por la autonomía. Si somos cuatro gatos, decían. Coño, la mitad son Luxemburgo y es el país más rico de Europa. No es cuestión de tamaño. Se es o no se es.
–Le debe la vida a Seve. ¿Cree en el destino?
–No creo en el destino, pero me ocurren cosas… Ahora me han descubierto como escritor. No tiro la toalla cuando hay problemas. Está la cosa jodida, y me dicen Revilluca, no te puedes ir. Si estoy bien, vuelvo a presentarme y creo que gano. Allí me tienen enfilado por eso. Yo no estaría de presidente, probablemente, aunque hubiera ganado. La gente espera muchas cosas de mí. Es una situación jodida, hay que ser realista. No me parece que lo están haciendo bien, pero hay medidas que hay que tomar. No queda más remedio.
–Fue bancario y es político. ¿Merecen la mala fama?
–Lo de los políticos, ganado a pulso. Falta ejemplaridad. Hay muy poca gente en política por vocación. El paradigma es José Blanco. Ahí se resume lo peor de la política. Un tío que no ha hecho otra cosa. Esos pisan, te muerden, se amarran,para que no los echen. No tienen entrañas. No es que en la política hagas mucho dinero si eres honrado. Pero si no eres honrado, te da muchas oportunidades de trincar. Y con que un 10% meta la mano, todos al mismo saco.
–¿A Merkel le llevaría anchoas o eso rompe la estabilidad presupuestaria?
–Si a cambio la convenciera de que el rumbo que lleva Alemania es erróneo... Es una injusticia total. Hay que rebelarse contra la dictadura de esta señora. El gran problema es que la UE se hizo al revés.
–Como precursor de las autonomías, ¿qué le parece la corriente centralista?
–Es muy bonito hacer demagogia con casos escandalosos, como el aeropuerto de Fabra. Lo que es impepinable es que España en 30 años ha pegado un cambio y es por el modelo descentralizado. Los países que mejor funcionan son federales o autonómicos. Otra cosa son dirigentes no adecuados. Hay que corregir los excesos.
–¿A Aznar le perdieron las ganas de salir en la foto?
– El origen de esta crisis está en la guerra de Irak. Tres billones dilapidados en bombas. Los de la chilaba no saben qué hacer con el dinero. Hicimos una guerra con los efectos contrarios a los que pretendía la gente sin petróleo. Aznar tiene esa cosa de América y le liaron. El mundo es más inseguro. No había nada allí, ni talibanes, aunque ese tío (Sadam) era un hijoputa. Yo ya avisé de que el precio del petróleo se iba a multiplicar, de los grupos radicales… ¿Por qué acierta Revilla, joder, que ha estado guardando vacas? Estaba cantado.
–¿Zapatero era realmente Bambi?
–Era un iluso, un hiperoptimista. Le coge esto sin hacer nada. Presidente de España, que es algo muy gordo. Éste no había sido ni concejal. Sólo tienes una solución para que no te quemes, rodearte de genios. Si te rodeas de Pepiños , para qué quieres más.
–«Nadie es más que nadie», titula. ¿Realidad o deseo?
–Es un propósito, un deseo. Aunque, en el fondo, es un realidad.